miércoles, 22 de diciembre de 2010

filoZOFiA mayA

La filosofía maya es la huella de una cosmogonía que no situó jamás al ser humano en el centro –ni en la periferia– de las construcciones de la naturaleza del Universo, pero lo consideró capaz de descifrar esa arquitectura para acomodar su vida –su cultura, su civilización– a los ritmos de la existencia.
Confundimos espiritualidad con religión, y religión con guerra entre confesiones que enarbolan la apolillada bandera de la razón concreta aplicada a lo inconcretable. Y cuando nada explica, hablamos de esoterismo: que es aquello aprendido para no hablarlo. Por eso a veces decimos –orgullosos del positivismo agusanado y agónico– que "el sentimiento espiritual y mística maya es el núcleo esotérico donde gravitan todas las actividades de su cultura y civilización".
Nada más lejos de la verdad, aunque millares hoy busquen en profecías y cuentos el consuelo ante la destrucción de su propia ideología de dominación de la naturaleza y congéneres. Esas ciudades vacías hundidas en las selvas del Yucatán, sus monumentos, templos, inscripciones y su misma soledad plantean no el desafío de descifrar el pasado, sino la aventura de asomarse al porvenir.
Tres veces– pensaban los mayas– fue ocupada la Tierra: la primera por seres elementales, la segunda por un pueblo oscuro y extraño, la tercera por nosotros, los humanos. Nunca dijeron que no habría una cuarta población; sostuvieron, al contrario, que se trataba de interpretaciones para explicar flujos energéticos y realidades matemáticas.
La filosofía maya no es un conjunto de apotegmas ni un sistema de creencias: es el resultado de un cálculo matemático –el más sofisticado– para situar al ser humano en un lugar del Universo y conferirle un sentido solidario de responsabilidad solidaria ante as fuerzas cósmicas que son realidad que lo superan.
Este curso introductorio a la filosofía de los antiguos mayas es, en realidad, un buen principio para pensar en lo que espera a nuestra civilización. Los mayas buscaron explicrse, no la destrucción del género humano, sino su exaltación, ya que el amor hacia uno de nuestros semejantes, es el amor a uno mismo y por extensión, amor al Hunab K'u, el Ser Absoluto

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